Muchas veces simplificamos la alquimia cuando la denominamos como la pseudociencia que pretende crear oro del plomo, y que busca sin descanso la piedra filosofal, concediendo un poder irracional a quien la posea.
Es un caramelo jugoso para cualquier escritor de fantasía, no lo niego; pero la alquimia es mucho más que eso.
La alquimia es real y nació como una disciplina espiritual, filosófica, enfocada a la naturaleza y con unos orígenes babilónicos muy afines a temas astrológicos.
Visto desde el presente, da la impresión de que tratamos de farsantes y charlatanes que se alejan de preceptos científicos con mejor o peor intención. Sin embargo, entre esos alquimistas encontramos referentes de la ciencia como Paracelso o Isaac Newton, sin ir más lejos.
La cuestión es que algunas finalidades de la alquimia resultan no ser ningún truco de magia ni fantasía. La transmutación de elementos es posible. Y tan posible.
Muchos alquimistas, durante siglos, buscaron la manera de fabricar oro. No lo consiguieron. Y si hubieran tenido cien vidas más, tampoco lo habrían conseguido.
¿Por qué? Porque el oro es un elemento químico muy pesado, y ahora sabemos que para su creación se necesitan unas cantidades de energía que no están en las manos de la humanidad.

No obstante, sí hemos conseguido transmutar elementos más básicos a partir del S.XX con procedimientos científicos modernos.
E. Rutherford consiguió transmutar nitrógeno en oxígeno en 1919 mediante la desintegración artificial provocada por un bombardeo nuclear. Es un método que hoy día podemos ver en aceleradores de partículas y reactores nucleares.
En 1980, Glenn T. Seaborg consiguió una minúscula cantidad de oro usando sólo plomo, pero resultó tan inestable que desapareció al poco tiempo.
La alquimia es real si no se aleja de la ciencia
Si pretendían enriquecerse con oro u ostentar un poder imaginario en base a una piedra filosofal (¡ojo! no tenía que ser una piedra), entonces estaban perdiendo el tiempo. Por suerte, en el camino encontraron pistas veraces que ayudaron, y mucho, a establecer los principios de la ciencia que estudiamos en el presente: la Química.
En todo caso, el gran maestro transmutador sigue siendo UNO, y se encuentra en el cosmos. En el próximo artículo te detallaré cómo se crean los elementos en el espacio, incluyendo el oro. Espero haber despertado tu interés sobre un tema del que se habla muy poco, más allá del tratamiento simplista que la ficción suele conceder a la alquimia. Porque la alquimia es real, pero como ya te avisé al principio, no es como solemos imaginarla.
Aquí tienes un listado con obras de ficción que versan sobre esta temática.
La alquimia en la literatura
Alquimia y Ciencia Ficción:
Frankenstein, Mary Shelley (1818): Victor Frankenstein emplea tanto la alquimia como la ciencia moderna para crear su monstruo particular.
Saga de La Fundación, Isaac Asimov: antes de la llegada de la Era de los Comerciantes, se hace uso de triquiñuelas alquimistas para engañar a gobiernos más retrasados en tecnología.
Ciclo Barroco, Neal Stephenson (2003–2004). Ficción histórica aderezada con elementos de CiFi (aparece Isaac Newton).
Alquimia y fantasía:
Hombres de Armas, Terry Pratchett (1993) En su saga Mundodisco aparece un gremio de alquimistas. Son conocidos por hacer volar la sede de su gremio con regularidad.
Harry Potter y la piedra filosofal, J. K. Rowling (1997). En ella aparece un alquimista del S.XIV, Nicolas Flamel, como un personaje.
Los Jardines de las Delicias, Ian Watson (1980). Un alquimista del futuro, ayudado por un poderoso extraterrestre, crea un planeta basado en la pintura de El Bosco El Jardín de las Delicias.
2ª parte de Fausto , Goethe (1832). Se utiliza la alquimia para crear un homúnculo.
La tempestad, William Shakespeare (1611). Su obra más influenciada por la alquimia.
El Alquimista de Acero (Full Metal Alchemist) Hiromu Arakawa (manga) (2001-2010). Un mundo paralelo gobernado por los principios de la alquimia.
Alquimia y realismo mágico:
Cien años de soledad, Gabriel García Márquez (1967). Un alquimista llamado Melquíades aparece en esta surrealista novela.
Ægypt, John Crowley (1987-2007). Tetralogía de novelas de realismo mágico que tratan de la alquimia, la astrología y la magia.
Merece la pena que te señale un par de obras más que no puedo encasillar en los géneros anteriores:
El alquimista, Paulo Coelho (1988).
El péndulo de Foucault, Umberto Eco (1988).
Insisto en que el próximo artículo me centraré en cómo se crean los elementos que conocemos en la tabla periódica, y comprobarás cuán poderosa llega a ser la naturaleza del cosmos. Ideal para amantes de la ciencia y la CiFi más dura.
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