No pasarán ni en este siglo, ni en el próximo. El futuro inmediato de la humanidad no nos traerá aún aquellos escenarios que habrás visto en multitud de series y películas de ciencia ficción.
Muchos autores de este género los vaticinaron con mucho acierto, pero tenían el reloj adelantado. Demasiado adelantado.
Empecemos por la primera:
Índice
La homogeneidad cultural
Todos hablando una misma lengua. Todos compartiendo la misma cultura y tradición. Todas las etnias fusionadas. Menos la última premisa, el resto son muy recurridas en la ciencia ficción.
Y no. No es nada probable que la homogeneización cultural dé un gran salto cualitativo en los dos próximos siglos.
La homogeneización de los idiomas no será necesaria cuando aplicaciones digitales hagan de intérpretes en tiempo real. Y esta tecnología llegará más pronto que tarde.
Habrá lenguas que sigan siendo de gran influencia, y seguirán desapareciendo otras más marginales, pero no correrán peligro las más de 600 lenguas habladas por más de 100000 habitantes cada una (en el mundo hay 7000 lenguas).
Es cierto que la globalización ha provocado la exportación y, a veces, compraventa, de tradiciones y costumbres (Halloween, Papá Noel, fútbol, artes marciales…). Sin embargo, la riqueza cultural es tan grande en La Tierra que suena muy descabellado pensar un una sociedad futurista donde esta cualidad multicultural de la humanidad se difumine hasta convertirse en la mera y simple cultura HUMANA.
La colonización espacial
Colonizar implica establecer colonias.
A día de hoy, no tenemos colonias ni en el objeto extraterrestre más cercano: la luna. Nuestro mayor logro ha sido la construcción de la ISS (Estación Espacial Internacional) en la órbita terrestre.
El problema no es que no tengamos medios. Haberlos, haylos. La cuestión es que ninguna potencia u organismo privado quiere invertir en una campaña con muchos gastos en la investigación y en las misiones, excesivos riesgos, y pocas garantías de beneficio a medio plazo.
El sector privado está tratando de desdecir el párrafo anterior y algunos inversores hablan de colonizar Marte en la década de los 30.

Lo cierto es que están encontrando múltiples obstáculos por el camino, y uno de ellos —y no el más grave— afecta a los protagonistas de la hazaña espacial:
El cuerpo del ser humano tiende a sufrir severos daños por el mero hecho de estar fuera de La Tierra en intervalos prolongados de tiempo.
Es probable que, dadas las circunstancias, tengamos que esperar algo más que un par de siglos para hablar de colonias en Júpiter como en la serie de ciencia ficción The Expanse.
La desaparición de las religiones
¿Los avances de la ciencia derrocarán a la longeva dictadura de los preceptos religiosos?
Eso creen muchos, entre los que me incluía. Pero lo cierto es que NO.
La previsión oficial es que se incremente el número de creyentes hasta el año 2050.
¿Cómo es posible?
Sin entrar en terreno espiritual, hay unos motivos concretos y están muy relacionados con la natalidad en el mundo:
1º Los no creyentes tienen menos hijos que los creyentes. Las religiones favorecen la reproducción; es un hecho.
2º La explosión demográfica de la comunidad musulmana.
3º El proceso de secularización (separar la vida religiosa de la cotidiana) solo está afectando a la comunidad cristiana.
¡Ojo! Con el tercer motivo tengo un parcial desacuerdo, pero eso lo explico en otro artículo de El futuro de la humanidad que versa sobre las religiones del futuro.
Sigamos…
La eliminación de la desigualdad
¿Eliminar la desigualdad entre los humanos es posible?
No hablamos de paz mundial, sino de igualdad efectiva entre los humanos en todo su esplendor.

No tiene muchos adeptos esta utopía. No obstante, la ciencia ficción recrea sociedades con una organización política en la que todos parecen gozar de las mismas oportunidades, aunque casi siempre a un alto precio.
En el anime Psycho-Pass se pacta un sistema artificial para que establezca un orden social donde se menosprecia la libertad individual humana en favor de una sociedad óptima para el mayor número de habitantes.
La igualdad no parece posible en una especie con tendencias individualistas. La posibilidad de que una IA regule nuestra desigualdad está latente en muchas historias de ciencia ficción, pero hasta que nuestras computadoras lleguen a comprender a la especie humana queda mucho tiempo. Y si lo hicieren, temámoslas.
La Tierra sin fronteras y la paz mundial
Sería el final feliz de una historia de guerra escrita con sangre. O no.
Un solo gobierno para toda la especie es un escenario que podemos encontrar en muchos libros, películas y videojuegos de ciencia ficción. En todos ellos, suele ocurrir que las consecuencias no son las más idílicas.
Un buen ejemplo sería la novela Un mundo feliz, de Aldous Huxley. En esta historia la paz tiene un alto precio y se paga con la libertad. Y no sólo eso. También con la abolición de la familia y de la religión, con la censura… y… si quieres saber más, te recomiendo leer ese clásico.
Un reparto de territorios por países nos condena a la guerra, pero un gobierno único y efectivo podría abocarnos a la represión o a la rebelión. Ninguna situación de gobierno resulta perfecta.
¿Es posible la eliminación de fronteras a corto y medio plazo? No. Y hay cuatro motivos:
1º No hay una potencia dominante que pueda influenciar sobre todo el planeta. Ni se prevé en un futuro con el actual reparto de arsenal nuclear.
2º El peso del PIB mundial se está desplazando hacia el sudeste asiático. Nuevas potencias están apareciendo. El mapa económico está cambiando y las antiguas potencias tardarán mucho tiempo en asumir la nueva realidad.
3º Los dogmas religiosos y los nacionalismos persisten a pesar del avance de la ciencia y de la educación.
4º El único organismo que trata de velar por los intereses de todas las naciones, es poco más que una sombra de lo que pretendía ser. Sí, la ONU.
La recuperación del impacto de la humanidad en el ecosistema
El daño que ha provocado el ser humano al planeta es irreversible a medio plazo, si no a largo.
Nuestros esfuerzos actuales se centran en reducir la alocada tendencia de emisiones de CO2 y el consecuente incremento de temperatura. Esto quiere decir que no estamos solucionando nada.

El perjuicio continuará de momento porque hay muchos intereses económicos en países que no quieren perder la comba de la competitividad mundial. El petróleo, el carbón, y el gas, suman el 85% de nuestras fuentes de energía.
El problema, salvo que aparezca una revolución energética, es y será aún más grave.
Una rebelión de robots
Hasta hace no mucho imaginábamos una rebelión de robots antropomorfos y con una cara humanizada. Una idea clásica que se contagió de la literatura al cine. Así no encontramos con Terminator, El hombre bicentenario, Matrix…
Hoy día la rebelión es imaginada, no por entes metálicos, sino por IAs (inteligencias artificiales). Es un camino que la ciencia ficción comenzó a explorar a través de pioneros como Arthur C. Clarke, y su famoso personaje virtual HAL 9000 en 2001: una odisea en el espacio (1968).
¿Realmente estamos cerca de que las IAs tengan conciencia y una posibilidad de decisión propia?
NO.
La conciencia se puede subdividir en tres categorías:
C 0- Resolución de problemas que nuestro cerebro resuelve de manera automática sin recurrir al consciente.
Este es el único nivel de conciencia que han adquirido las IAs hasta el momento. Un ejemplo sería la conducción autónoma de los vehículos más modernos.
C 1- Relación entre un sistema cognitivo y un objeto específico de pensamiento; algo así como una representación mental de la luz que representa la escasez de batería (o sea, la capacidad de abstracción).
Aún no hemos desarrollado esta etapa en las IAs, pero es probable que en las próximas décadas sea el gran avance a la vista.
C 2- Se refiere a la metacognición (saber lo que estamos haciendo, es decir, reflexionar).
Es el supuesto al que se refiere la ciencia ficción, y queda muy muy lejano.
Apenas entendemos los entresijos de la propia consciencia humana, por lo que es imposible aplicar sus leyes a una IA.
De todas formas, las grandes corporaciones no son ajenas a los potenciales peligros que podría representar la excesiva dependencia de las IAs en un futuro inmediato. Por ejemplo, programar a una IA con un objetivo y que sea interpretado por esta de un modo que no era el previsto. Es por ello que están creando protocolos de seguridad preventivos antes de que evolucione esta tecnología.
Recomiendo leer Yo, Robot, de Isaac Asimov. En estos relatos priman las leyes de la robótica que ideó el prolífico escritor que, eso sí, no tienen validez en el presente. Sin embargo, muestra las enormes posibilidades de fallos interpretativos de las IAs ante las órdenes que puede llegar a dar un ser humano (en la actualidad, un programador).
Viajar al futuro
Saber que se puede fue uno de los grandes descubrimientos del siglo XX. Es posible. Es real.
Otra cosa es que un ser vivo pueda realizar ese viaje de forma efectiva.
Además, no disponemos de la tecnología ni energía necesaria para mandar a un viajero al futuro. Ni la tendremos en muchísimo tiempo.
En realidad, para viajar al futuro en La Tierra solo hace falta desplazarte más rápido que el resto. Un piloto de caza está viajando al futuro cada vez que realiza una sesión con su aeronave, pero solo sería perceptible para un reloj atómico.

¿Qué se necesita para viajar a un futuro no inmediato?
a) Aproximarse a la velocidad de la luz.
b) Aprovechar la distorsión espacio-tiempo que genera un objeto de enorme densidad.
c) Crear un agujero de gusano artificial.
d) Y… que el carnal ser humano sobreviva a cualquiera de las opciones anteriores.
Los viajes al futuro son reales, pero son los frutos poco maduros de un árbol demasiado alto para que nuestra especie lo escale en un futuro inmediato.
Vivir más de 120 años
Si algo se ha incrementado desde el siglo XX, es la esperanza de vida del ser humano.

Existen países donde la media de edad para fallecer se sitúa por encima de los 80 años. Es una cifra impensable en cualquier otra era de la humanidad.
¿Significa esto que el incremento seguirá paulatinamente?
Sí, con matices.
Parece haber una especie de tope biológico a partir de los 120 años en nuestra especie. Y de todas formas, resulta improbable garantizar una vejez agradable a partir de los 100 años.
Hace unos meses ya publiqué un artículo sobre la cacotanasia donde hago circular, y analizo la pregunta, «¿Quién quiere vivir para siempre?».
No parece que vayamos a superar los 120 años de vida en un futuro inmediato; al menos de manera voluntaria.
Solo la ciencia genética podría encontrar alguna solución al deterioro natural de nuestras células.
Sirva este artículo de entremés, porque en el próximo me centraré en el futuro de las religiones, como ya te he avanzado en uno de los párrafos. En este blog la especulación no tiene fronteras, y te invito a que también especules dejando tu comentario aquí abajo.
Hasta la próxima.
Me parece muy acertado lo aquí expuesto. Hay que quitarle un poco de fuelle a la visión muy promocionada del futuro y que no asume la naturaleza humana, y que tampoco se molesta en investigar el estado real de la técnica. Felicidades.