Piensa en cualquier obra de ciencia ficción anterior a 1990. Tanto libros de ciencia ficción clásica como series o películas.
¿Cómo percibes hoy día los futuros que reflejaban?
Surgen… incongruencias; incluso cuando se trata de autores de ciencia ficción dura como Arthur C. Clarke, Robert A. Heinlein, Isaac Asimov… ¡Nadie escapa a los vicios de su tiempo! ni del riesgo de crear ficción sobre el futuro inmediato o no demasiado lejano.
Lo que en su día parecía un futuro posible (que no probable), hoy se revela como una realidad alternativa. ¿Quieres un ejemplo? El año 1992 que se desarrolla en ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? no representa ni por asomo a aquel presente; tanto que en algunas ediciones más modernas pasó a ser el año 2021. Quizá Philip K Dick acertó en muchísimas cosas, pero son las que no acierta (o se adelanta) las que consiguen que la trama parezca una ucronía con más ciencia ficción que historia.
Un desdoblamiento de la historia en algún punto dado del pasado; en eso consiste una ucronía.
El formato pantalla no es ajeno a este efecto:
-Skynet no ha subyugado aún a la raza humana, como sucede en Terminator.
-Las odiseas espaciales no fueron tan “pro” en el año 2001, a pesar de la buena intención de Stanley Kubrick.
-El mundo no se acabó en la película 2012, pero muchos saben que no es bueno que se inviertan los polos magnéticos de la tierra gracias a ella.
-Los lagartos espaciales “comerratones” de V no nos invadieron en los 80.
Y por otro lado están los vicios provocados por el presente donde se desarrolló una obra. ¿Acaso la serie original de Star Trek puede desprenderse de ese estilo sesentero? ¿Dune puede escapar de los 80? Y no hablo solo de estética; también de hábitos, comportamientos y costumbres.
Dejemos el mundo audiovisual para centrarnos en la literatura, donde hay muchos ejemplos más.
Leer ciencia ficción clásica
¿Entonces los libros de ciencia ficción clásica sufren más que nadie los efectos del envejecimiento? Eso parece. Y más aún cuando tratan de un futuro relativamente cercano.

¿Y eso es malo, o bueno?
Según se tome. Nadie juzgará a Dune de Frank Herbert al tratarse de civilizaciones no terráqueas, pero sí fácilmente a Orwell tras recrear su propio 1984. Y mira que George acertó en muchísimas cosas, pero como ya avancé, las que no acierta son las que hacen pensar a un lector que está delante de un mundo alternativo.
Te confieso que soy un devorador de clásicos en todos los géneros. Y a veces, en esa búsqueda de coherencia y rigor propia de los escritores de ciencia ficción, disfruto como historia alternativa muchas de las obras que han topado con nuestro presente, o que ya auguren un futuro del todo improbable.
Historias alternativas sobre el futuro
Ya te reconocí que soy un lector de obras añejas, y por eso te indicaré lo que puedes llegar a sentir cuando lees a ciertos autores que, siendo grandes profetas sin necesidad, jamás pensaron que sus libros pudieran ser interiorizados como historias en mundos alternativos. Si lo que quieres son ejemplos de ucronías literarias ya escribí un artículo con muchas de ellas.
Los monstruos de Mary Shelley
Un ser es revivido a través de la ciencia en 1818. Poco más se puede decir.

Mientras el engendro que creó el Doctor Frankenstein pronunciaba sus primeras palabras, deberíamos imaginar un mundo en el que:
…Argentina y Chile luchan contra España por su independencia.
…Se interpreta por primera vez la canción noche de paz, que no puede ser más antigua.
…Se funda el Museo del Prado en Madrid.
…Napoleón seguía vivo en su exilio.
Cuesta mucho no concebir dicha obra como una historia alternativa con un concreto avance tecnológico que jamás existió, y que aún, doscientos años después, sigue sin existir.
Nadie te contará mejor cómo era una sociedad de su tiempo que un autor de aquella época. Por eso Mary Shelley es única; porque jamás habrá más ciencia ficción escrita con la visión de un siglo que estudiamos, pero nunca viviremos.
Los sueños proféticos de Julio Verne
Aunque si hablamos del S.XIX hay una excepción. Julio Verne destacaba por el manejo del género de las aventuras, pero se embarcó en tramas de absoluta ciencia ficción.
Este autor es el mejor ejemplo de cómo los libros de ciencia ficción clásica pueden ser percibidos como una historia alternativa.

Hay un libro de Verne que no fue publicado hasta 1994 ¡Sí, tal cual digo! Casi un siglo después de su muerte. Se llama París en el siglo XX. De todas, la obra más pesimista de Verne; muy dado a ensalzar el potencial de la ciencia. ¿Cómo imaginaba la París de 1960?
En su momento el editor se negó a publicarlo, pero es un acto de especulación extrema en el siglo con más avances tecnológicos de la historia de la humanidad.
¿Se equivoca en muchas cosas? Claro.
Ponte en su pellejo. Bastante mérito tiene con preocuparse de elementos inimaginables en su época como la telegrafía eléctrica (email), el ferrocarril aéreo (monorraíl), la telegrafía fotográfica (fax), el triunfo de las ciencias exactas sobre las humanidades, la superpoblación metropolitana…
Te recomiendo leer este libro si quieres sentir una historia alternativa en un escritor que jamás lo pretendió.
El 1984 de George Orwell
Escrita entre 1947 y 1948, la obra maestra de Orwell presenta un escenario indeseable muy influenciado por las prácticas del socialismo real de Stalin.

¿Ocurrió realmente? No. Al margen de las diferencias con el mapa sociopolítico actual, tampoco vivimos en un estado permanente de guerra mundial, ni las prácticas de manipulación estalinistas pudieron con el neocapitalimo. Y sin embargo… tuvo mucha puntería con otras cuestiones, como el potencial de la manipulación a través de la ingeniería social, o el control mediante la tecnología.
¿Qué nos queda si lo leemos ahora? Lo que prometí. Una sensación de estar leyendo una historia alternativa.
La decadencia inmediata de Philip K. Dick
¿Y qué decir de la novela que precedió a Blade Runner? Las ciudades que nos presenta en nuestra actualidad parecen una evolución del Hong Kong más sórdido que puedas imaginar. Un mundo devastado por la propia tecnología, por la desigualdad entre humanos, por el destrozo irrevocable del ecosistema, con androides antropomorfos que ya superan nuestras habilidades como especie.

Philip K. Dick aún no puede ser acusado de imaginar un futuro gratuito y azaroso. Toda su temática sigue estando de actualidad, y todo lo que imaginó es aún posible. Su mayor desatino: adelantó mucho los acontecimientos. Muchísimo.
La novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? , leída en la actualidad, te traslada a un presente alternativo, a una ucronía cuyo punto Jonbar jamás fue dicho.
Los autores clásicos de ciencia ficción, como ves, guardan muchas sorpresas; incluso cuando se vuelven “añejos”. Ellos crearon ficción, y modelaron su mundo futuro con la mayor coherencia que en su día la ciencia posibilitaba. Si una historia es buena, lo será siempre. Si perdieron ese estatus vanguardista con el tiempo, siempre puede contrarrestarse con el placer de ver cómo imaginaban el futuro aquellas personas que vivieron un tiempo que jamás se volverá a repetir: EL PASADO. Solo por eso te recomendaría disfrutar de los libros de ciencia ficción clásica.
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